El senor disciplina a los que ama
Dios ha hablado de misericordia
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Según Mateo 5:22, 29-30 y Lucas 12:4-5, los sufrimientos que padecemos aquí no son nada comparados con los que sufriríamos en el fuego del infierno. Por lo tanto, la misericordia de Dios puede hacer que nos imponga dificultades en la tierra, para evitarnos los grandes castigos que tiene reservados para Satanás y su séquito.
Dios no tiene que inventar castigos especiales para nosotros, porque este mundo que se ha apartado de él tiene el pecado incorporado. Pero a veces el Señor puede utilizar ese dolor para ayudarnos. Es como cuando un cirujano hace una operación: al cortar al paciente no está mostrando falta de amor o de sabiduría, todo lo contrario; corta porque quiere sanar y le importa su paciente. Sabe que el trauma de la incisión es mucho menos doloroso que la extensión de la enfermedad y la muerte del paciente.
De la misma manera, Dios envía castigos antes del castigo final. Hace esto porque le importamos mucho. Isaías dice al respecto:
"Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia" (Isaías 26:9).
En realidad podemos decir que cuanto más nos quiere Dios, más nos corrige.
"Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos, porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad" (Hebreos 12:6,10).
Los sinsabores de la vida tienden a volvernos amargados. Sin embargo, los creyentes siguen confiando en la gran verdad: "El amor de Dios permanece para siempre" (Salmo 136). Por lo tanto, aceptan la corrección por medio del dolor. De esta manera recogen la cosecha de la paz y la rectitud (Hebreos 12:11).
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