Al siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que se traduce como Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron dónde moraba y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima (Juan 1:35-39).
Un "testigo" es el que dice que ve y lo que sabe verdadera-mente. Cuando cuenta la verdad, testifica o da testimonio. Juan el Bautista era un testigo (Juan 1:7).
"Y yo le vi, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios." (Juan 1:34).
Cuando Juan vio a Jesús, le dijo a la gente: "¡Miren!" Por lo tanto, quienes lo vieron también se volvieron testigos oculares. Dos de los seguidores de Juan querían conocer mejor a Jesús. Ellos se enfrentaron al mismo problema que cualquier otra persona: ¿cómo una persona ordinaria llegaría a la presencia de un rey?
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